Decimocuarto día

Si solo hubieran sido dos semanas de confinamiento estaríamos ya cerca del final, pero no, estamos a la mitad, eso es lo que espero y deseo.

Cada vez que miro el acuario de casa, y lo hago con frecuencia, pienso que los peces viven tranquilos al margen del confinamiento, ellos siguen su vida sin enterarse de nada, las horas de luz son las mismas salga el sol o esté nublado, la luz está controlada con un temporizador, la temperatura del agua la mantiene constante el termostato y cada noche les doy de comer.

Algunos estaréis pensando: pues vaya tontería, como la mayoría de los animales; para mí no es una tontería, estos días pienso en los gorriones y otros pajaritos, no podrán comer las miguitas de pan que caen al suelo porque no salimos a comer fuera de casa a las terrazas, no hay niños que les echen de comer en los parques y jardines.
Recuerdo a los gorriones y petirrojos que se acercaron a mi mesa en Watersmeet, hasta ratoncitos vinieron a comer los trocitos de pan que les puse.
 Hace muchos años, me llamaba la atención el ver, como en los parques de Londres, de Friburgo y de otras ciudades en Alemania, los pájaros y las ardillas se acercaban mucho a las personas, en España no ocurría eso. Ahora afortunadamente han cambiado las cosas, en España ya se me acercan los gorriones y los petirrojos, la ultima vez me ocurrió en Valladolid, mientras tomaba el aperitivo en una terraza venían los pajaritos a comer trocitos de papa que les ponía en el suelo a mi lado.
Las aves tienen memoria; los gorriones de mi infancia estaban expuestos a los tirachinas de los gamberros y a los rifles de perdigones y lo sabían. Afortunadamente esto ha cambiado, no se les persigue y por eso se han vuelto más confiados. Hay que preocuparse por su supervivencia. El campo español se está quedando sin pájaros.
El campo se está volviendo un medio inhóspito para los animales; si no se cambia el actual modelo de producción de alimentos y se apuesta por una agricultura más ecológica, los campos quedaran sin rastro de vida silvestre.
En cambio las ciudades han visto crecer su población de pájaros en las últimas décadas pero es un aumento con trampa. La mayor parte de aves que ahora han llegado al medio urbano son especies que antes vivían en el campo; han encontrado en la ciudad un territorio libre de depredadores y con abundante comida que desechan los humanos. Además de las aves que del campo han ido a la ciudad también hay especies invasoras como la cotorra Kramer o la tórtola turca. Hay que proteger a los gorriones. Yo les pongo comida en el jardín de Canet y en el alfeizar de las ventanas en Valencia. Estos días con tanto aplauso no sé si los estaremos espantando.
Pero hay que salir a aplaudir cada anochecer para agradecer la labor de tantos que trabajan para que todo salga bien. Esta noche los vecinos hemos encendido guirnaldas de Navidad y velas para iluminar el cielo.
Alegraos, esta madrugada se adelantan los relojes para empezar con el horario de verano ¡Hurra, un hora menos de confinamiento!
Hasta mañana.