Decimoséptimo día

Ayer escribía sobre el silencio, una de las ventajas que en mi opinión tiene este confinamiento.
Si nos detenemos a pensar, nuestro confinamiento es un lujo. Estamos en nuestra casa, más o menos grande pero es nuestro hogar; en el tenemos nuestras cosas, la ropa, los libros, la música, la televisión, conexión a Internet casi todos y teléfono. Tenemos nuestra cama, el cuarto de baño, el sillón y una cocina equipada; podemos salir a comprar alimentos y artículos de primera necesidad. También disponemos de ventanas y balcones a los que nos podemos asomar y ver el cielo.
una zona de mi cocina, con una cocina así ¡cómo me voy a quejar!
Estos días he pensado en los que viven en un submarino. Eso si que es confinamiento del duro.
La incomodidad de la vida a bordo de un submarino sería insoportable si no hubiera compañerismo y respeto entre los miembros de la dotación, dependen unos de otros, se adiestran perfectamente para esta clase de vida. Viven muchas personas en un espacio muy reducido, no tienen ventanas donde asomarse. En una superficie habitable de unos 70 m2  conviven 60 personas.
el Mistral, en Cartagena
Los que van en un submarino están entrenados y porque quieren; nuestro confinamiento es impuesto, pero sigue siendo un confinamiento de lujo.
El lema de la dotación de los submarinos de la Armada Española es "AD UTRUMQUE PARATUS" (preparados para todo)

Sé que soy una privilegiada, tengo una casa grande, soleada si sale el sol (hoy tampoco ha salido y llueve). Me acompaña en este "trance" mi marido, y nos llevamos bien. Soy consciente de que hay personas que viven hacinadas, que hay casas pequeñas, pisos interiores, con pocas o nulas comodidades, personas que tienen que convivir teniendo fricciones entre ellas; rezo por ellos, es lo que ahora y desde aquí puedo hacer..





En el capitulo XXXII de Enma, la novela de Jane Austen, una dama, la Sra. Elton, le dice a Emma: ¡Ah, para estar cómodo de veras no hay nada como quedarse en casa! Y estoy de acuerdo con esta afirmación, aunque este personaje no me gusta.
Y tengo que confesar que soy una autofílica pero no patológica, disfruto de la soledad.

Aunque me gusta la soledad y el silencio soy fiel a la hora de los aplausos. Es emocionante oír a los jóvenes que dirigen el momento, lo hacen muy bien, tienen a todo el barrio unido, se escuchan mensajes de voz que los vecinos envían a la cuenta de email que han abierto y se dedican canciones; con el correo electrónico estamos comunicados.
Otro día más y los que quedan por venir. Buenas noches y hasta mañana.