Día cuadragésimo tercero

Hoy es el séptimo domingo del confinamiento y he tenido un día de lagrima fácil. Y no sé muy bien la razón.

Hoy los niños van a poder salir y me alegra.  No me parece afortunada la comparación de los niños corriendo tras el flautista de Hamelin por las calles; el flautista condujo a los niños hacía el río Weser y se ahogaron; prefiero que el flautista nos libere de "las ratas"; y que cada uno ponga cara a las ratas.
Hoy en prensa he leído las declaraciones de una viróloga y entre otras cosas decía algo que todo el mundo debería saber y conocer: ir por casa con el calzado con el que salimos a la calle es una cochinada ahora con el coronavirus y siempre; al volver a casa hay que quitar el calzado e ir por casa descalza o en zapatillas.
Siempre lo hago, es lo primero que hago incluso antes de meter los congelados en la nevera cuando vuelvo de la compra. Los alemanes y los ingleses lo hacen siempre; el calzado se queda en la entrada. En la casa que viví los primeros años de casada, compartía el rellano del quinto piso con unos alemanes y en la puerta de su casa toda la familia dejaba el calzado. En casa de Lucia es la norma. Aquí en Valencia, cuando vienen los niños  pasa lo mismo, tras la puerta de servicio en la cocina se colocan los zapatos. En las suelas de los zapatos no está el coronavirus, pero hay otros gérmenes y  suciedad. A ver si con las medidas que se aconsejan para las salidas de casa en esta época de confinamiento, la gente adopta la buena costumbre de dejar el calzado en la entrada, alguno dirá "yo siempre me pongo zapatillas", si, pero ¿cuándo? ¿después de haber atravesado toda la casa hasta que hemos llegado a donde se guarda el calzado?, eso no vale.
Hoy la Misa ha tenido una significación especial y no porque sea domingo; ayer Marina, conocedora de que sigo la Misa que se celebra en la Virgen cada mañana, me avisó de que hoy, entre muchísimas intenciones, la Misa se ofrecía en sufragio del alma de Edu, su hijo y buen amigo de Lucia, hoy hubiera cumplido 41 años, D.E.P.
Otra fiesta que el coronavirus se ha llevado por delante, es la Feria de Abril de Sevilla. Anoche tras "la cena del pescaito"  se hubiera encendido la portada de la feria, 
empezando así una semana alegre y colorida. Cuando mi marido vivía en Sevilla conocí la feria y la disfruté durante tres años. Aunque no iguala mi fascinación por la Semana Santa, fue una fiesta que también me gustó, tenía traje de faralaes, visite las casetas de los amigos, porque si no tienes amigos con caseta, casi mejor no vayas a la feria, bailé sevillanas con un elegante y extraordinario bailador, Ramón. Fui a los toros a la Maestranza, la mejor plaza para ver una buena corrida. Lo que más me gustó de la feria fue el paseo de caballos, paseé en carruaje y a la grupa de un caballo, esto fue lo mejor.










Después de comer he visto en la televisión una comedia francesa mientras me comía un "pozal" de palomitas.
Me gustaron más las películas que anoche vi en la televisión, "La reina Victoria y Abdul" y "Tulip fever", me dormí muy tarde.
Como suele suceder el domingo por la tarde, hemos conectado por Facetime con los nietos, son encantadores, alegres, buenos, ¡Dios mío, cuanto los quiero!
HdA, no sé qué ha pasado, cuando han empezado los aplausos, un grupo de vecinos ha empezado una cacerolada y ha ahogado los aplausos ¿por qué? lo que me faltaba para un día triste. 
Por las noticias que he leído y oído en televisión, la salida de los niños ha sido una demostración de irresponsabilidad paterna, conseguirán que este confinamiento se tenga que prolongar. 
Cena y a dormir. Empezamos otra semana de confinamiento.

8 comentarios:

  1. No conocía esas fotos vestida de farolas, estás muy guapa.

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  2. Estás guapísima vestida de faralaes.
    Cuando he visto las imágenes de las salidas de los niños, me he indignado.
    Es imposible no querer a Daniel y a Samuel

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  3. como dicen los modernos: indignada no, lo siguiente.
    Muchos españoles no tiene solución.

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